Personalidad

     Mírala bien. Se mueve con gracia y en silencio. Danza por el salón para ti. Te está hablando, te demuestra su mundo. Con una sonrisa, con los ojos cerrados, con gestos delicados. Te busca, quiere saber que no la has abandonado, que sigues allí. Da una vuelta y se sienta en el suelo, dada por terminada su danza. Entonces despierta, despierta de su mágico sueño.

Cuando la ves, notas que es una chica tímida, inocente. No le gusta hablar mucho, pero siempre estará allí para escucharte. En cambio, le gusta expresarse a través del arte. Probablemente la entiendas más si la ves bailando, o si te escribe una carta. Tal vez, la entiendas mejor si solo escuchas su silencio, si miras el brillo de sus ojos, o la falta de este. Sus padres dicen que es muy inteligente, muy estratégica, valor que obtiene al escuchar tanto a las personas. Es una recolectora de almas, seguro habrá escuchado la solución a tu problema en alguna parte.

Aún así será difícil llegar a ella. Le gustan los grupos pequeños y quedarse en casa. También es enamoradiza, cree en el amor a primera vista, a la segunda, y a la décima. Tal vez si la tratas como una princesa, vas por el camino correcto.

Su primera y única relación fue un cuento de hadas. Thaiel escogió al príncipe que la cuidaría por lo que ella pensó, el resto de su vida. Eso dice mucho de cómo Thaiel ve el amor.

Es aplicada. Y aunque cree que el Capitolio debería darle más derechos a las mujeres, es un poco dependiente y obediente a sus mayores. La ves tranquila pero por dentro está acelerada. Es curiosa, y quiere resolver todo al instante.

Es cariñosa. Pero en el fondo no le gusta que la toquen, se siente incómoda y atacada. Si puede amar a alguien a tres metros de distancia, ella sería muy feliz. Por momentos, es muy confianzuda. Por otros, desconfía de todos, y lo aprendió en la vida.

Desde que comenzó la adolescencia, la mente de Thaiel es un laberinto lleno de nudos, que hay que desatar despacio, porque le duele. En algún momento de sus pocos años perdió en la fe en la vida. Piensa que no merece ser amada, piensa que no servirá para nada. Piensa constantemente en la muerte. La parca la llama al oído cada día y cada noche, y la tienta.

A veces piensa: “podría vivir para ayudar a las personas”. Otros días es lo suficiente egoísta para pensar que las personas se podrán arreglar solas.

A veces no es muy consciente de cuánto desea desaparecer. La vida fue esfumándose de su cuerpo al igual que el alimento. En principio no fue intencional. Luego, comenzó a odiar su cuerpo adictivamente. Se sentía un objeto usado a la venta. Nunca vio lo que el espejo realmente reflejaba.

Si no puede bailar, se descarga llorando. Es su forma de desahogarse y odia cuando no puede soltar ni una lágrima. A veces es todo lo contrario, y no puede contenerlas.

Thaiel ha pasado por muchas cosas, pero si tiene un mal día nunca te va a tratar mal. Es una persona de palabras dulces, que le gusta proteger a la gente. Siempre te tratará con amabilidad.

Para su futuro le encantaría ser una mujer independiente. Le gustaría trabajar por su cuenta. Le encanta la moda del Capitolio y le encantaría trabajar en algo relacionado a ello. También le gustaría formar una familia y tener hijos, pero en el fondo descartó la idea. La única persona que ama y la única persona que desea que la toque es un amor imposible. Tampoco se ve teniendo hijos, cree que no podrá cuidarlos, y tiene miedo de hacerles daño.

Lo que más ama en la vida es a su familia: sus padres, su hermano, sus amigas. Si la muerte desapareció en su vida no es solamente por su fuerza, sino por ellos. Especialmente por un rubio que la conduce por la vida.

Y si hay una escena de su vida que no aparece, es porque ella no quiere pensarlo, y a la vez, está en su mente todo el día.
 
     

     

Historia

Thaiel nació el seis de abril de 2097 justo después de su hermano mellizo. La familia Vanderbeer habían sido afortunados de tener dos bebés rubios de ojos claros. Mientras que Niall era un niño extrovertido, Thaiel era una niña silenciosa con mirada dulce.

Los hermanos crecieron el en Distrito 08, en una casa lo suficientemente grande para que cada uno tuviera su privacidad. Aún así, Thaiel y su hermano eran muy cercanos. Les gustaba pasar tiempo juntos y jugar. Sus padres estaban orgullosos de ellos.

A la edad de seis años, ambos chicos empezaron el colegio primario. Allí, de a poco, empezaron a conocer a nuevas personas y a distanciarse. Thaiel se hizo un grupo pequeño de amigas, ya que seguía siendo silenciosa y tímida.

Siempre fue una niña aplicada y se llevaba muy bien con sus padres. Su madre la trataba como una muñeca, la vestía con la ropa más cara que podían conseguir, y amaba peinarla. Para su padre, Thaiel era su princesa. Siempre estaban mimandola y procurando que estuviera bien.

Cuando comenzó la secundaria, Thaiel apenas hablaba con su hermano. Ella seguía queriéndolo mucho y lo extrañaba, pero no tenían forma de comunicarse. Ya no tenían los mismos gustos, y no podían mantener una charla. Pero al fin y al cabo eran hermanos, si Niall se veía bien, ella le hacía un cumplido. Si Niall despertaba con el cabello despeinado, ella le hacía un chiste. Si Thaiel tenía que ir a algún lugar peligroso, su hermano procuraba llevarla y traerla a casa. Si Thaiel lloraba, Niall iba y la abrazaba un rato. Se saludaban con una sonrisa y se despedían con la mano.

Thaiel comenzó a bailar danzas clásicas, y su cuerpo se fue desarrollando. Siempre fue una chica delgada, por debajo de su peso estándar, por la mala alimentación que recibía. Pero la pubertad, y el ejercicio la hizo crecer. Esto no solo lo notaba su familia, sino que algunos chicos empezaron a prestarle atención.

El baile era su forma de expresarse, de hablar, y su forma de despejar la mente. Thaiel siempre llevaba un rodete despeinado y el traje de danza en la mochila. De a poco empezaba a tomar más confianza en sí misma, y a querer su cuerpo un poco más. Pero el baile le exigía tener una dieta estricta. Thaiel comenzó a contar calorías y a veces saltarse comidas, ya que no sabía controlarse y razionarlas bien.

A los quince años conoció a un chico un año mayor que ella en el colegio. Se llamaba Zane, y era diferente a los otros chicos que se le habían acercado. Comenzó siendo su amigo,y con el tiempo le pidió salir con ella. Thaiel aceptó y se volvieron pareja.

Aún así, ella no se sentía muy cómoda. No le gustaba que la gente la tocara, que la miraran mucho, y no le gustaba que la vieran con poca ropa, ni siquiera con el traje de danza. Estar en pareja era difícil para ella, pero Zane la respetaba e iban paso a paso.

Un mes después Thaiel presentó al novio a su familia. Sus padres se sentían extraños con la situación, y a Niall no le había agradado la idea. Pero con el tiempo su madre empezó a encariñarse con Zane, así que el chico aparecía cada vez más por la casa. En el colegio eran la pareja perfecta. Sus amigas, Zane, y los amigos de él habían formado un pequeño grupo.

Su hermano Niall tenía un grupo de amigos totalmente diferente. Thaiel no los conocía muy bien pero intentaba llevarse bien con ellos. Su relación con su hermano era casi inexistente. Niall se había alejado de la familia y apenas se relacionaba con ella. Había cambiado de actitud rotundamente. Thaiel intentaba no meterse en sus asuntos y no pensar en su hermano, ya que de alguna forma sentía que le faltaba algo, se sentía un poco vacía sin él.

La madre de los mellizos no aceptaba a los amigos de Niall, pero al igual que lo hacía Zane, ellos aparecían cada tanto por la casa.

Y la vida de Thaiel empezó a decaer.

Sebastian era el mejor amigo de Niall. Cada semana volvía de fiesta con Niall y se quedaba a dormir en la casa. Thaiel se sentía incómoda. Intentaba no quedarse sola en una habitación con él, y hacer oídos sordos a los chistes y piropos que le lanzaba. Tenía una mala sensación y de alguna forma llegaba a sentir miedo.

Una de aquellas noches, su mellizo y Sebastian habían vuelto de una fiesta, borrachos. Thaiel estaba en su habitación, durmiendo, cuando escuchó unos golpes en su puerta. Pensando que era Niall, abrió. En cambio, Sebastain se encontraba del otro lado, con movimientos lentos y la lengua trabada. Thaiel intentó que volviera a la habitación de su hermano, pero él no paraba de decirle lo hermosa que era y lo idiota que era por estar con una persona como Zane.

Thaiel intentó explicarle de forma amable que no gustaba de él. Sebastian le agarró del cuello firmemente, la lentitud había desaparecido de su cuerpo, y cerró la puerta tras de él. Antes de esa noche, Thaiel seguía siendo virgen.

Cuando despertó, Sebastian ya no estaba en la casa. Se levantó rápidamente y arrancó las sábanas llenas de sangre, y las metió al lavadero, inventado una excusa rápidamente en su cabeza. Se metió a la ducha, y dejo que la sangre drenara de su cuerpo. La situación comenzó a repetirse cada semana.

Thaiel iba a dormir llorando, y gritaba entre sueños. Con el paso del tiempo su propio hermano iba a la habitación a despertarla y calmarla. Se quedaba un rato abrazándola en silencio.

Thaiel estaba desesperada. No entendía lo que pasaba. Su relación con Zane estaba destruyéndose. Sentía que no respiraba y la visión se le nublaba a cualquier hora. Sebastian la había ahorcado, golpeado, le había mordido, le apretaba la piel, la callaba y la lastimaba, pero Thaiel se sentía culpable. Se sentía culpable porque se acostaba con un chico que no era su novio. Se sentía sucia e inútil. A veces, intentaba prevenirlo e irse a la casa de una amiga, pero no siempre sus padres la dejaban. Otras noches, rendida, lo esperaba y se quedaba callada. A veces, se desmayaba del dolor. Fuera de la habitación, Sebastian la ignoraba.

Thaiel cambió su actitud. Estaba más callada de lo normal, miraba hacia el suelo, comenzaba a usar demasiada ropa de invierno para tapar las marcas de su cuerpo, y se maquillaba todos los días para tapar las marcas de su rostro. Sus padres habían notado el cambio, pero pensaban que Thaiel había tenido una pelea tonta con Zane. En su desesperación, le contó todo a su mejor amiga en los baños del colegio. Un alivio finalmente la recorrió cuando su amiga mencionó dos palabras: abuso sexual. Las fichas comenzaron a caer y la culpa empezó a desaparecer de su mente, pero aún sentía vergüenza. La rubia al in tenía alguien que la abrazara y contuviera.

Thaiel cumplió 16 años y todavía no había dicho nada. Su mejor amiga la alentaba para que le contara a su familia. Pero tenía mucha vergüenza, no quería que las personas la miraran de diferente manera y sintieran lástima. Por otro lado, principalmente, tenía miedo. Sabía que la noticia se iba a propagar por el distrito, y sabía que el mayor porcentaje de la población no le creería. Sebastian era conocido, la gente lo quería, siempre le creerían a un hombre. Y sobre todo sabía que le arruinara la vida a su hermano. Niall era un ente en la casa que apenas se presentaba, que apenas le hablaba, pero no quería que la vida de su hermano se volviera tan horrible como la suya. No quería que el todo el peso que ella sentía lo cargara Niall en su espalda.

Cuando finalmente la amiga la convenció por teléfono para que contara la verdad, fue un día que Sebastian estaba en la casa. No sabía a quién contarle, la situación era demasiado fuerte para presentarse frente a sus padres y mirarlos a los ojos. Igualmente, ellos no estaban en la casa, y cuando Niall se quedó solo, Thaiel golpeó despacio la puerta de su habitación, llena de dudas.

Se sentó en su cama y le contó todo, despacio, pero con todos los detalles. Le mostró las pruebas, le mostró las marcas de sus brazos, y de su abdomen. Thaiel sentía que perdía el control de la situación, empezaba a desesperarse. Niall perdió la cabeza, pudo ver cómo sus ojos se apagaban. Ocurrió todo lo que Thaiel temía.

Decidieron contarle a sus padres. Cuando la vieron llorando y con el cuerpo marcado, quisieron culpar a su hermano. Thaiel contó la situación como pudo, pero no quería que la abrazaran, no quería que la vieran.
Sus padres llamaron a los agentes de paz (o la policía kcyo jaja). La llevaron a un hospital para que le hagan los estudios. Thaiel se sentía fuera de su cuerpo, la miraban la tocaban, se asustaba intentando entender términos médicos. Encontraron las pruebas y le advirtieron las complicaciones que iba a tener más adelante.

Cuando volvió a casa, sus padres se fueron a completar la denuncia. Zane apareció en su casa, había escuchado rumores de vecinos y Niall le había confirmado la noticia cuando había llegado. Thaiel intentó tener una distancia considerada, le explicó la situación, y rompió con él. Lo amaba, eso estaba claro, pero no lo suficiente como para dejar que él también la tocara. No podía soportar tener gente cerca, y tampoco podía soportar que a un chico tan increíble sea vinculado con ella.

Thaiel se encerró en su habitación. Se seguía sintiendo como si estuviera fuera de su cuerpo, como si toda su mente se hubiera nublado. Quería volver el tiempo hacia atrás. Tomó el único pensamiento que le parecía razonable. Entonces, decidió suicidarse.

Cerró la puerta con llave. Tomó un espejo de escritorio y lo golpeó contra el suelo. Agarró un pedazo de cristal y se cortó las muñecas. Lo última que recuerda es a su hermano llamándola, rompiendo la cerradura de la puerta y agarrando su cuerpo.

Las heridas no fueron profundas, así que Niall le curó los brazos. Él tenía una actitud entre enojada y angustiada. Thaiel siempre se preguntó si Niall la odiaba por hacerle sentir eso. Esa noche Niall le prometió que se encargaría de todo, la depositó en la cama y salió de la casa. Thaiel hubiera preferido que se quedara con ella.

Al siguiente día, Sebastian ya no estaba en el Distrito 08.

Por supuesto al pasar de los días, las personas del distrito se fueron enterando de la noticia. Thaiel se tomó su tiempo en volver a la escuela. Cuando lo hizo, sentía la mirada de todos, y escuchó algún que otro comentario de odio. Había mucha gente que adoraba a Sebastian, y que no le creía a ella. La culpaban de su desaparición. Solo Niall y su grupo de amigos sabían que había pasado con él.

Sus amigas la apoyaron completamente, incluso Zane seguía junto a ella, como amigos, pero procuraba que estuviera bien en cada momento. Thaiel siguió haciendo danza y yendo al colegio.

Con el tiempo parecía que las cosas mejoraban. Subió de peso, por las medicaciones que le recetaron. Ella odiaba su cuerpo, estaba marcado por todo lo que había pasado, se sentía sucia. Empezó haciendo dietas, pero como veía que no funcionaban, empezó a contar calorías y reducir la comida.

Las clases de danza se hacía difíciles, apenas podía sostener los pasos y las figuras. Niall intentaba llevarla a las clases, pero con el tiempo Thaiel fue dejándolas. Su mellizo también intentó cuidarla cuando sus padres no podían. Le llevaba la comida a la cama, la miraba comer y la ayudaba a levantarse de la cama.
Cuando no la veía, Thaiel se salteaba comidas, y luego dejó de comer.

La familia intentó todo lo posible para obtener ayuda psiquiátrica, que era un servicio muy caro para el distrito 08. Consiguieron al mejor médico que pudieron, dejando de pagar algunos servicios que no eran de primera necesidad. Thaiel apenas salía de su cama, y había dejado de ir al colegio. Ella no veía lo que el espejo le reflejaba e incluso había dejado de menstruar.

Al principio, Thaiel estaba un poco reacia a las sesiones psiquiátricas. Con el tiempo empezaron a gustarle, sintiéndose acompañada y a salvo. Sus padres intentaban no estar mucho tiempo con ella, tal vez porque no podían soportar la situación. Thaiel se sentía un poco sola.

Pero su hermano estaba allí. Progresivamente había dejado de ir a fiestas tan concurridamente, y había dejado de estar tanto fuera de casa. Seguía viendo a sus amigos, pero lo más cerca de su hogar por si ocurría algo. Thaiel comenzó a salir de la casa más seguido, y comía lo que Niall le preparaba.

Se había dado cuenta que apenas conocía a ese ser humano. Era una persona totalmente diferente desde la última vez que habían compartido sonrisas, desde que ningún extraño entraba a su habitación por las noches. Thaiel comenzó a conocerlo mientras él la cuidaba con cariño. De alguna forma extraña le encantaba estar con él. Le gustaba dormir si solo él la abrazaba, le gustaba la comida que le preparaba, le gustaba cuando la hacía reír. Le gustaba su pelo, su sonrisa, el brillo de sus ojos. Finalmente, Thaiel entendió que le gustaba su hermano, y no estaba para nada arrepentida de aquello.



   Familia:

   Marcus Vanderbeer (Padre // 43 años): Es su protector. Es la princesita de papá. Le tiene mucho cariño y lo admira. Su padre la ve como una persona brillante y apuesto todo a su futuro.
Verónica Vanderbeer (Madre // 42 años): Es su confidente. Si necesita hablar con alguien, ella está ahí. A veces no congenian bien, ya que Thaiel piensa que su madre quiere vivir su vida a través de ella. Thaiel dice que “la trata como si fuera su muñeca”.
Niall Vanderbeer (Hermano Mellizo // 16 años): Es una relación complicada. Por momentos se quisieron, por momentos no congeniaron, por momentos ni se conocían, pero actualmente se quieren. Tal vez se quieren demasiado. Thaiel está enamorada, lo ve como al hombre de su vida. No se imagina un futuro sin él a su lado.


   
     

     Enfermedades:
-Trastornos alimenticios
-Enfermedad de salud mental que los medicos del distrito no saben diagnosticar.

Hobbies:
-Bailar
-Leer
-Escuchar música

Virtudes:
-El arte
-La sinceridad
-Inteligente
-Amable

Manías:
-Hablar sola (cuando sabe que está sola)
-Saltarse comidas
-Hablar y gritar cuando duerme

Fobias:
-Al abandono
-A la soledad
-A las multitudes
-A hacer el ridículo
-Los espacios muy cerrados
-Y los espacios muy abiertos

Habilidades:
-Agilidad
-Velocidad